23 marzo, 2010

21 DE MARZO DIA INTERNACIONAL CONTRA EL RACISMO


En el Día Internacional de las Naciones Unidas contra el Racismo, LUNDU y la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH), reafirmamos nuestro compromiso en la lucha contra el racismo, flagelo que aún es un factor determinante en la vulneración de los derechos humanos de los peruanos y peruanas.



En el Perú, aún se identifica una tendencia a reconocer el aporte de las diversidades étnico raciales, especialmente de los pueblos orginarios y ancestrales, como los andinos, amazónicos y afroperuanos, desde perspectivas exóticas y arcaicas, desconociendo el real aporte de estas poblaciones en la construcción de las bases políticas, económicas y científicas de nuestro país.

El racismo, cuando se interrelaciona con el sexismo y otras formas de discriminació n, tiene como consecuencia la exclusión social, política y económica de los pueblos o individuos discriminados. Esta exclusión se expresa de manera estructural (por ejemplo menos del 2% de los afroperuanos accede a educación superior) y, de manera cotidiana a través de la injuria racista (en un semestre 203 adjetivos racistas en 6 medios impresos que comparan a los afros con simios, gorilas, cucos, según el Observatorio Afropreuano) . Campañas como “Sácale Tarjeta Roja al Racismo” en los estadios de futbol, “Basta de Racismo” y “Apúntate contra el Racismo” que ha recogido más de 4 000 testimonios en diversas regiones, son solo algunas de las propuestas de la sociedad civil ante esta problemática.

Las acciones políticas que combaten el racismo son también propuestas de reparación. La reparación no es solo una acción, es una perspectiva. En el contexto de pueblos y grupos discriminados por motivos raciales y étnicos, se traduce en dos dimensiones: por un lado el desarrollo de políticas que combatan el racismo de facto; y por el otro, políticas que reduzcan las brechas ocasionadas por los días, años, décadas o siglos que un pueblo y sus integrantes, han sido violentados y violentadas por esta estructura racista.

La reparación implica la generación de indicadores sobre estas poblaciones, su inclusión en los censos nacionales, la modificación curricular que reconozca su aporte (¿acaso nos enseñan en la escuela que Micaela Bastidas fue afrodescendiente? ). También políticas de salud étnica -criterio de la OMS-que tengan en cuenta las enfermedades recurrentes determinadas por el origen étnico racial. A su vez políticas de prevención de ITS, VIH y Sida que tomen en cuenta la vulnerabilidad especial de estas poblaciones agravada por el racismo, sexismo y la violencia hacia la mujer. Un ejemplo de esta perversa relación es que las principales víctimas de la guerra interna fueron mujeres indígenas violentadas sexualmente.

El último informe del Comité para la Eliminación de la Discriminació n Racial de la ONU (CERD), llama la atención al Estado Peruano sobre la ausencia de una política global contra el racismo. Sin embargo, es desde una perspectiva soterradamente racista, que algunos sectores conservadores cuestionan, minimizan y relativizan las agendas de estas poblaciones con argumentos que los acusan de auto segregarse y no contribuir al fortalecimiento de la identidad nacional.

Estas posiciones conservadoras que antes determinaban el cariz político en Latinoamérica, ahora son fracasadas porque los movimientos y grupos políticos tradicionales -más de fuerza que de gana- han tenido que aceptar que sus modelos y estructuras ya no son sostenibles, y están consensuando con los movimientos que representan a pueblos afros e indígenas que ahora ganan cada vez más espacio de representació n en el Estado. No está de más recordar que en las Américas existen más de 150 millones de afrodescendientes, población ubicada en esta parte del mundo por el tráfico de esclavistas. Tampoco es una casualidad que la ONU haya decretado el 2001 como el “Año Internacional de Personas con Ascendencia Africana”.

El Estado Peruano tiene la función de desarrollar una política global contra el racismo. Que sea pedagógica, pero que sancione efectivamente. El sector privado tiene la responsabilidad social de diseñar políticas privadas que promuevan la diversidad étnico racial, en las perspectivas y contenidos. Y la población en general, de todas las creencias, colores, orígenes, la responsabilidad de asumir una conducta autocrítica, reconociendo que nuestras relaciones como sociedad así como muchas de las situaciones de exclusión que vivimos, son una consecuencia del racismo.

El racismo es una violación de los derechos humanos. Seamos consecuentes como Estado y sociedad que ensalza valores democráticos e interculturales en reconocer que el racismo es un problema fundamental y asumamos políticas públicas, privadas, comunales, individuales que reparen nuestras estructuras sicosociales así como las brechas y forados expresados a través de la extrema pobreza y la concentración de riqueza.


¡Apúntemonos contra el racismo, sacándole una tarjeta roja y diciéndole por fin: BASTA!




Lima, 21 de marzo de 2010

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